Las aseguradoras han encontrado en los servicios de manitas un atractivo diferencial para sus pólizas, un detalle que en teoría añade valor y comodidad para los usuarios. Pero, en este panorama donde el cliente final parece ganar, surge una pregunta ineludible: ¿Qué está pasando con las reparadoras que son esenciales para que estos servicios se lleven a cabo?
Cuando se sumergen en los detalles, el panorama para las empresas reparadoras no es tan brillante. La promoción de estos servicios por parte de las aseguradoras como un extra gratuito o a bajo coste significa que quienes realmente ponen el esfuerzo y el conocimiento técnico —las reparadoras— enfrentan jornadas extendidas, muchas veces sin una remuneración justa que refleje la calidad y el valor de su trabajo.
La balanza en cuestión
Ofrecer más por el mismo precio suena como una estrategia ganadora para cualquier negocio, en este caso, las aseguradoras. Pero, ¿es este el camino correcto? Las reparadoras, que se encuentran en primera línea entregando estos servicios, no deben ser sacrificadas en nombre de una estrategia comercial. Es imperativo que se reconozca y compense adecuadamente su aporte al sector.
Si este desequilibrio persiste, no sólo estaremos comprometiendo la estabilidad económica de las reparadoras, sino también la calidad de los servicios que las aseguradoras prometen a sus clientes.